Historia

E l hábitat más antiguo en el término municipal de Almodóvar del Río se remonta al Paleolítico Inferior, habiéndose documentado varios yacimientos (estación de ferrocarril, desembocadura del Arroyo del Temple y de los Mochos), que han proporcionado materiales pétreos llamados cantos rodados y bifaces. Igualmente, en una covacha del Cerro de Castillo aparecieron vestigios fechables en el Calcolítico.

El tránsito al período histórico está testimoniado por los restos materiales adscribibles al Bronce Final Orientalizante, localizados en yacimientos de la confluencia del Guadalquivir y el Guadiato, y también en el Cerro del Castillo. En este último lugar, se han encontrado pruebas asimismo de la perduración del hábitat en época ibérica, tal como se manifiesta el hallazgo de la típica cerámica pintada ibérica de bandas y círculos. De gran relevancia resulta un friso de piedra con escenas de caza, en el cual se representa la cacería de un ciervo por varios personajes a caballo, seguidos de un carro tirado por asnos; se data entre los siglos IV y III adC.

Almodóvar del Río

En época romana, el núcleo principal de población se concentraría en los alrededores del Cerro del Castillo, extendiéndose por la zona norte de la localidad actual, donde se han producido hallazgos de ánforas y monedas; también en sus inmediaciones, se han documentado tumbas de inhumación. Se le identifica con Carbula, ciudad mencionada en un pasaje (Naturalis Historia, III, 10) del geógrafo romano Plinio el Viejo; Carbula era un oppidum -poblado fortificado-, que, con la llegada de los romanos, se integraría dentro del territorio colonial de Colonia Patricia Corduba. Este territorio sobresale por la abundancia de yacimientos arqueológicos que testimonian una extraordinaria actividad agraria, centrada en el cultivo del olivo, así como un gran desarrollo del comercio oleícola, puesto que de allí se exportaron enormes cantidades de aceite, envasado en ánforas, fabricadas en alfares próximos al río Guadalquivir (Cortijo de Rojas, El Temple, El Sotillo, Villaseca…). Importantes obras de ingeniería hidráulica son los acueductos subterráneos del Cortijo Nuevo y Fuenreal. El hábitat perduraría durante época visigoda, según testimonian los epígrafes funerarios datados en la segunda mitad del siglo VI y en el VII.

Con la conquista musulmana se estableció en el cerro una fortaleza (740), recibiendo entonces la localidad el nombre de al-Mudawwar al-Adna, topónimo que significa “el redondo”, en clara alusión a la forma del mismo cerro. Las crónicas mencionan la población en dicho año, cuando el califa de Damasco designó para ocupar por segunda vez el emirato de al-Andalus al señor de Almodóvar, Add al-Malik ben Qatan hasta que muere en la guerra civil contra los sirios. Durante los siglos VIII, IX y X, la fortaleza y su término formaron parte de la cora de Córdoba; en el siglo XI quedó adscrito primero a la taifa de Carmona y luego a la de Sevilla; con los almorávides se reintegró a la jurisdicción cordobesa y, por último, en el siglo XII y parte del siglo XIII pasó a depender de la corte almohade de Sevilla. Este distrito contaba con una numerosa población rural y estaba cubierto de bosques, escasa producción cerealística y abundante caza.

En 1226 fue decapitado en Almodóvar del Río el rey musulmán de Baeza, quien fue acusado de traición por los almohades por su alianza con Fernando III el Santo, rey de Castilla y León.

Permaneció cinco siglos bajo el influjo de la civilización islámica, hasta que en el año 1240 fue incorporada, mediante pacto, a la Corona de Castilla durante el reinado de Fernando III el Santo, rey de Castilla y León, que conquistó la ciudad de Córdoba en 1236. En el año 1243 la localidad fue entregada al Concejo de Córdoba, permaneciendo bajo su jurisdicción en las centurias siguientes.

En 1394 falleció en el castillo de Almodóvar del Río, pues se hallaba prisionero en él, Fadrique de Castilla, hijo ilegítimo de Enrique II de Castilla.

La tenencia del castillo se vincula durante el siglo XV a la Casa de Baena y Cabra. Igualmente, su magnífica situación y la inexpugnabilidad de sus muros motivó que fuese utilizado como residencia de los monarcas Pedro I y Enrique II, y como prisión, como atestigua una orden de Consejo Real (1491). Hacia 1473 aparece por primera vez el nombre de Almodóvar del Río, apelativo con el que se quería aludir a su ubicación a orillas del Guadalquivir.

La villa permaneció vinculada a la Corona, hasta que Felipe IV accedió a la venta de la jurisdicción y señorío por quince millones de maravedís y de la alcaldía y del Castillo millón y medio, en favor de Francisco Corral y Guzmán. Su población fue reducida durante este período: de los 1600 vecinos en 1530 a los 800 al final de Edad Moderna; la mayoría se dedicaba al trabajo del campo, como jornaleros en su mayoría. Destacaba el cultivo de cereal, luego el olivar, y menor importancia tiene la vid. La ganadería proporcionaba parte de su sustento, sobre todo la cabaña caprina, seguida de la lanar y de cerda.

La revolución liberal, operada en España a comienzos del siglo XIX, tuvo repercusiones de gran calado socioeconómico en la villa, ya que la desaparición del régimen señorial y las desamortizaciones eclesiástica y municipal repercutieron en la consolidación del latifundio dentro del término, lo que generó una elevada conflictividad social, tal como se manifiesta durante la Segunda República y la Guerra Civil española.

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